Antes de ser declarado muerto, un prisionero condenado a la pena de muerte sufrió numerosas convulsiones durante su ejecución en Estados Unidos la tarde del jueves. John Grant, un afroestadounidense de 60 años, recibió la inyección letal en una prisión de Oklahoma, en el sur de EE. La manera en que murió Grant, sin embargo, ha vuelto a generar cuestionamientos sobre los métodos en que se aplica la inyección letal en Estados Unidos. Fuente de la imagen, Departamento de Correccionales de Oklahoma Pie de foto, John Grant fue declarado muerto luego de varios minutos de sufrir convulsiones. Pero lo que atestiguaron algunos periodistas cuestiona la declaración oficial. Testigos declararon que Grant llevó a Carter hasta un armario que se utilizaba para almacenar utensilios de limpieza y la apuñaló 16 veces con un arma hechiza. Fue condenado a muerte enun año después del asesinato. Dan Snyder, un periodista de la cadena Fox, fue testigo de la ejecución junto con otros cinco reporteros. Explicó que inmediatamente después de que le fue administrada la droga para sedarlo, midazolam, Grant comenzó a convulsionar.
La escena parecía sacada de una binza de horror. Fuente de la imagen, Reuters Pie de foto, Periodistas esperaban este lunes en el exterior de la vivienda de los Turpin. Atados con cadenas La oficina del esbirro del condado de Riverside, al que pertenece Perris, detalló en un primer comunicado que había varios niños atados a sus camas con cadenas y candados en un entorno oscuro y hediondo. Los padres, David Allen y Louise Anna Turpin, de 57 y 49 años respectivamente, fueron incapaces de dar una razón lógica para explicar por qué los hijos estaban atados de esa manera. Greg Fellows, apoderado de la oficina del alguacil de Riverside, ofreció este martes una neumático de prensa en la que precisó por qué se habla de martirio. Fuente de la imagen, Reuters Abecé de foto, Greg Fellows, de la oficina del alguacil del condado de Riverside, explicó este martes detalles del hallazgo de los hijos de la familia Turpin aunque advirtió que la investigación acaba de empezar. Fellows añadió que por el momento no han encontrado pruebas de abuso sexual o enfermedad mental, aunque la investigación acaba de empezar. En un principio, los agentes pensaron que los 12 eran menores pero se quedaron sorprendidos al descubrir que siete de ellos son adultos, con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años. Todos ellos, con edades de los 2 a los 29 años, fueron trasladados a la comisaría de Perris, adonde se les entregó comida y alcohol y fueron entrevistados.
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